Suspenso universitario

Artículo publicado por José Alberto León Alonso en El Día el 22/03/15.

Esta semana se han publicado los Rankings ISSUE (Indicadores Sintéticos del Sistema Universitario Español). Estos rankings tienen como objetivo generar clasificaciones de las universidades españolas a partir de conjuntos de información amplios, que contemplan las tres principales dimensiones de sus actividades: docencia, investigación e innovación y desarrollo tecnológico. La metodología ISSUE es rigurosa y está alineada con las recomendaciones de los informes internacionales recientes sobre esta materia. Los rankings han sido construidos a partir de un conjunto de variables que tienen en cuenta las distintas misiones de las universidades: docencia, investigación, desarrollo tecnológico e innovación. 

La primera se mide por la tasa de profesores doctores por cada cien alumnos, el presupuesto por alumno, la proporción de doctores sobre el total de profesores; las tasas de éxito, evaluación y abandono de los alumnos; la capacidad de atracción de alumnos medida por el porcentaje de estudiantes de posgrado y las notas de corte; y la internacionalización, medida por el porcentaje de alumnos extranjeros sobre el total, el de alumnos en programas de intercambio y el de alumnos matriculados en programas en lenguas no oficiales. En mi opinión, es el indicador menos fiable de todos, ya que en algunos casos utiliza indicadores indirectos de la calidad de la docencia de discutible impacto en la misma. ¿Un número alto de profesores doctores implica una mejor docencia o una mejor investigación?, pues para ser doctor es la investigación realizada lo que cuenta, no la docencia. ¿Una tasa alta de abandono escolar implica una mala docencia, un bajo nivel de entrada del alumnado o un alto nivel de exigencia? Lo dicho, discutible. En mi opinión, otros indicadores como el porcentaje de titulados empleados y subempleados a un año de su titulación, su salario a los cinco años de su titulación, o el número de exalumnos con premios académicos nacionales o internacionales ofrecerían una mejor perspectiva de la calidad docente de una institución. Eso sí, son indicadores más difíciles de obtener y medir.

La investigación es más fiable pues mide los recursos destinados a tal fin, la producción realizada tanto en cantidad (documentos citables, sexenios y tesis leídas) como en calidad (impacto, publicaciones relevantes y citas por documento), así como la internacionalización en la investigación.

Finalmente, el desarrollo tecnológico e innovación mide el retorno hacia la sociedad en forma de I+D+i. Para ello utiliza datos de ingresos por licencias, contratos de asesoramiento y formación continua; número de patentes, patentes comercializadas, patentes triádicas (internacionales) e ingresos por contratos internacionales. También parece un indicador bastante sólido.

Una conclusión general de los resultados del proyecto desarrollado es que se confirma una notable diversidad entre las universidades públicas y privadas españolas en cuanto a su capacidad de generar resultados y su productividad. En esa diversidad también son muy perceptibles sus diferencias de especialización docente e investigadora y su capacidad de sobresalir en áreas o titulaciones concretas. En muchos casos existen ejemplos de excelencia en titulaciones concretas en instituciones que no son sobresalientes en términos generales; y viceversa, los resultados en determinadas titulaciones se encuentran por debajo del nivel de calidad medio de una universidad.

El resultado de la investigación y la incorporación de las universidades privadas al mismo permite constatar la elevada especialización de las mismas en su dimensión docente y su notable desempeño en esa actividad: su productividad docente media supera en un 10% el promedio español. Sin embargo, para evaluar en su justa medida este resultado, es importante tener en cuenta que no todas las universidades privadas han participado en el estudio, y que las universidades privadas incorporadas tienen mejores indicadores que la mayoría de las no incluidas. La especialización docente de las universidades privadas tiene su contrapartida en una peor posición relativa de las mismas respecto al sistema público en productividad investigadora: en media es un 40% menor que la del sistema universitario. Las universidades públicas también presentan mayores niveles de productividad en las actividades de innovación y desarrollo tecnológico que las privadas, situándose estas un 20% por debajo de aquellas.

Las diferencias en productividad de las universidades se aprecian también a nivel regional. Cataluña, Navarra, Cantabria, Comunidad Valenciana, Madrid y Baleares son las comunidades que cuentan con sistemas universitarios más productivos, con niveles medios superiores al del conjunto de España.

Respecto a las universidades canarias, en el ranking general por productividad tanto La Laguna como Las Palmas están un 20% por debajo de la media. Si las universidades españolas tampoco son precisamente las mejores a nivel europeo o mundial, eso supone un suspenso sin paliativos. Nuestras universidades son de las peores de España (califican con un “3” si traducidos su “nota” a resultados escolares), que a su vez, son mediocres en cualquier ranking que se consulte. Desagregando los indicadores, en la docencia las universidades canarias están un 10% por debajo de la media, aunque en mi opinión este indicador es el menos sólido de todos. En investigación, La Laguna aprueba y califica en la media nacional, mientras que Las Palmas vuelve a suspender y sus resultados están un 20% por debajo de la media. Pero donde peor se comportan ambas es en la medida de la productividad por innovación y desarrollo tecnológico. En este apartado el resultado es muy deficiente. Ambas califican un 60% por debajo de la media, y es que solo hay dos universidades peores en España. Si tenemos en cuenta que la I+D+i canaria descansa de forma fundamental y casi exclusiva en nuestras universidades, ya sabemos por qué nuestro archipiélago cierra todas las estadísticas españolas en innovación y desarrollo tecnológico. Así nunca progresaremos en la sociedad de la innovación y el conocimiento. 

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