REFORMAS: ¿SERÁ ESPAÑA LA FLORIDA O LA VENEZUELA DE EUROPA?

Artíclo publicado por Félix Fdez-Claverie en Diario de Avisos el 20/04/2014.

Recientemente he leído el libro de Luis Garicano “El dilema de España. Ser más productivos para vivir mejor”.  Luis Garicano (Valladolid, 1967) es catedrático de economía y estrategia en la London School of Economics y doctor en economía por la Universidad de Chicago. Ha sido profesor visitante en el Massachusetts Institute of Technology y la London Business School. Ha ocupado la Cátedra McKinsey de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) y es editor desde su creación en 2009 del prestigioso blog económico “Nada es Gratis”. Desde el año 2007, el profesor Garicano ha dedicado una gran parte de su tiempo a pensar en lo que España necesita para salir del agujero en que se encuentra actualmente. En su libro, el profesor Garicano plantea una refundación del capitalismo y de la democracia en España con el objetivo de adaptarlos a la nueva economía globalizada actual, y ponerlos menos al servicio de los poderosos y más al de los españoles.

Es una realidad que España está saliendo de la crisis económica. Los únicos que lo niegan son los mismos que no reconocieron en su momento la magnitud de esta crisis que nos ha devorado en estos últimos años. El despegue económico no va a ser fácil y debemos continuar con el proceso de reformas que hemos iniciado recientemente. La peor decisión que podemos tomar como país sería no continuar con las reformas, pensar que de esta ya hemos salido. La opción de no continuar por el camino iniciado es muy tentadora para el gobernante político. Más aun teniendo en cuenta que en el 2015 celebraremos en nuestro país elecciones generales y elecciones autonómicas. Ya sabemos todos que la palabra reforma en  nuestro país es lamentablemente sinónimo de desgaste político.

¿Por qué debemos continuar con las reformas? Pues porque España tiene un grave problema de productividad. Aunque el tópico diga lo contrario, la vida en España es dura. En España se trabajan demasiadas horas y se duerme poco y es difícil conciliar el trabajo con la vida familiar. En las sociedades más productivas del norte de Europa, los trabajadores hacen menos horas, tienen más vacaciones y todo esto con una elevada productividad. Además del problema de nuestra escasa productividad, España se verá afectada en un futuro próximo por dos factores que limitarán nuestro crecimiento: la demografía y el endeudamiento.

De acuerdo con las estimaciones del INE, España perderá  una décima parte de su población en cuarenta años (pasaremos de 46,2 millones en 2012 a 41,5 millones en 2052) y alcanzaremos una esperanza de vida de 90,7 años para las mujeres y de 86,9 años para los hombres. Estos cambios motivaran que la tasa de dependencia se duplique, es decir, que pasará de cinco personas inactivas por cada diez en edad de trabajar a diez inactivas por cada diez en edad de trabajar.

Según el BdE, la deuda del conjunto de las administraciones públicas ha alcanzado un nuevo récord en el pasado mes de febrero al sumar 987.945 millones de euros, el 96,5% del PIB. Para el 2014, el Gobierno de España estima que la deuda del conjunto de las administraciones públicas se acercará al 100% del PIB. Y el problema no es sólo que ese dinero hay que devolverlo, sino que hay que pagar intereses a quien nos lo presta. Los intereses de la deuda que tendremos que pagar en el 2014 ascenderán a 38.000 millones de euros, o lo que es lo mismo, casi el 70% de lo que nos cuesta cada año la sanidad pública en España.

Es por esto que el profesor Garicano aboga por llevar a cabo reformas en al menos tres áreas prioritarias: i) reducir el tamaño del estado sustancialmente ii) abrir el sistema político para facilitar que no solo los funcionarios y los políticos profesionales accedan a los puestos de responsabilidad política y iii) cambiar en profundidad el sistema educativo que permita a los españoles adquirir la formación necesaria para poder competir en la moderna economía del conocimiento.

La reducción del tamaño del estado es prioritaria. Las autonomías con responsabilidad de gasto y no de ingresos no son eficientes, por lo que deberíamos pensar en reformar el sistema autonómico. Tenemos que profundizar en la eliminación de la duplicación de competencias entre ayuntamientos, cabildos, comunidades autónomas y gobierno central. En España sobran muchas empresas y organismos públicos. El Cabildo de Tenerife es un claro ejemplo y ha iniciado el camino correcto. Por otro lado, Dinamarca es un modelo a seguir, ya que convirtió los 1.389 ayuntamientos con los que contaba en 2007 en 98, y obligó a todos los municipios a contar con, al menos, 20.000 habitantes. España podría convertir sus 8.116 municipios en 600, lo que reduciría el número de concejales de 68.462 a 5.000.

Desde la transición hasta la democracia hemos diseñado un sistema de partidos políticos y de representatividad social rígido, incapaz de dejar entrar aire fresco. Esta rigidez  es responsable de la ausencia de la rendición de cuentas y del continuo descenso  en la capacidad y formación de las élites políticas. La regulación de los partidos en España, al contrario que en otros países de la UE, es muy débil y poco prescriptiva. Se permite que rindan cuentas sobres sus finanzas con seis años de retraso y ante un amigable Tribunal de Cuentas. Las medidas a tomar deben favorecer la democratización interna y la transparencia en el funcionamiento de los partidos, como pueden ser la introducción de elecciones primarias internas, auditorías anuales y congresos bianuales con fecha fija no controlados por los órganos de dirección.

De acuerdo con los datos de INEM, de los 6 millones de parados que hay en España casi 5 millones solo han cursado estudios hasta la educación secundaria o menos, es decir, no saben hacer prácticamente nada. El desempleo en España tiene un componente fuertemente estructural y relacionado con la mala calidad educativa. Nuestro sistema educativo es arcaico. Es un sistema en el que prima la capacidad memorística, la repetición de las tareas, la actitud pasiva del estudiante y la complejidad de los exámenes. No se potencian los conocimientos matemáticos, la capacidad para escribir y exponer correctamente un argumento ni los idiomas. Por cierto, sigo sin entender por qué en nuestra televisión autonómica no se subtitulan las películas en lengua inglesa. En nuestro país, la carrera profesional de los profesores y responsables de centros va ligada a su antigüedad y no a su productividad o a los resultados. Y de nuestras universidades mejor no hablar. En España se encuentra dos de las diez universidades más antiguas del mundo, pero en estos momentos no hay ninguna universidad pública española entre las 200 primeras del mundo. Nuestra universidad tiene un problema grave de gobernanza. Mientras el rector de las universidades siga siendo elegido por los profesores, personal administrativo y estudiantes de la propia universidad seguirá siendo un dirigente “cautivo” de los apoltronados de la universidad. El cambio de gobernanza de las universidades pasaría por que el rector fuese nombrado por un patronato que estuviese formado tanto por personas de reconocido prestigio externas a la universidad como por los miembros académicos del claustro. Solo un dato, actualmente la Facultad de la Filosofía de la  Universidad de La Laguna tiene más profesores que alumnos.

Y por tanto, de nosotros dependerá si queremos ser en un futuro no tan lejano la Florida o la Venezuela de Europa. Con una deuda pública disparada, creo que no tenemos elección y no nos quedará más remedio, aunque les pese a algunos, que continuar por la senda de las reformas. Tenemos que tomar las medidas para hacer más gastando menos dinero. Y no lo duden, se puede conseguir.  En caso contrario, vayan pensando en el país que le vamos a dejar a nuestros hijos, y ellos no tienen la culpa de que la mediocridad en vez de la búsqueda de la excelencia se haya expandido en nuestra sociedad.

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