Artículo publicado por José Alberto León Alonso en Diario de Avisos el 21/12/14.
Comentaba hace algo más de un año que, cuando aún no habíamos salido de la crisis provocada por la última burbuja financiera, ya se atisbaba en el horizonte el estallido de otras. La reacción de las autoridades ante el estallido de la crisis, “regando” los mercados con dinero barato y abundante con el que algo había que hacer, asentaba los cimientos para otra nueva. Ante la pregunta sobre cuál sería la próxima en estallar, después de analizar el mercado de valores; la vivienda y las finanzas en China; o las materias primas, acababa apostando por estas últimas, y miren por dónde alguna vez las predicciones se cumplen. Y eso que mi historial de profecías no era muy brillante. Vaticiné el final de la burbuja inmobiliaria en España para el 2002/2003 y acabó detonando en el 2007, y auguré el final del boom económico chino para el 2009, y “aún” sigue creciendo a elevadas tasas. Keynes dijo que “el mercado puede permanecer irracional más tiempo del que usted puede permanecer solvente”, de modo que la irracionalidad latente en las burbujas suele extenderlas más allá de toda lógica, pero acaban estallando.
Mi apuesta personal se basaba en un fundamento económico, la teoría de los súper-ciclos de las materias primas de David Jacks, reforzada por una experiencia personal. La teoría de los súper-ciclos de las materias primas la formuló Jacks en su estudio “From boom to bust: a typology of real commodity prices in the long run”, donde analizaba el comportamiento de las materias primas en una serie temporal ajustada por la inflación que comprendía desde 1900 hasta la actualidad. En términos generales, las materias primas han doblado su precio desde 1950 y lo han triplicado desde 1900. Jacks concluía que, a largo plazo, las materias primas se mueven en súper-ciclos o ciclos de muy largo período, en los que las oscilaciones en los precios son muy elevadas y que duran unos cuarenta años. Si el último ciclo alcista en las materias primas comenzó a comienzos de los 70 (en 1973 su multiplicó el precio del petróleo generando una crisis mundial), el fin del ciclo estaba al caer, y comenzaría ahora un largo ciclo bajista para el petróleo. En cuanto a otras materias primas, como el gas natural, el oro, el acero, el níquel o el plomo, también debían iniciar su ciclo bajista, ya que, tras alcanzar el pico, comenzaba una fase bajista en la que se purguen las malas decisiones de inversión.
Decía que a este fundamento económico unía una experiencia personal, que no son menos importantes, al menos para uno. Antes del Crack de la bolsa que causó la Gran Depresión de 1929, Rockefeller estaba un día sentado frente a su limpiabotas cuando éste comenzó a comentarle, con gran soltura y subrayando la fortaleza de sus valores, las inversiones que tenía en bolsa. Y daba la casualidad que esas inversiones (aunque no su cuantía) coincidían sustancialmente con las suyas. En aquel momento el industrial tomó la decisión de retirar sus fondos del mercado de valores y evitó la ruina. La moraleja es que cuando todo el mundo especula con los mismos activos que tú, es el momento de retirarse. Viene esto a cuento porque hace un año una persona con la que mantenía un trato superficial, al enterarse que era economista, me comentó la considerable inversión que pensaba realizar en la compra de minerales raros, cuya demanda y precio “se iba a multiplicar sin ninguna duda” en los próximos años. Huyo como de la quema de inversiones sustentadas en este tipo de comentarios. También hace años me intentaban convencer de las maravillas de invertir en Fórum (ahora quebrada) y de lo “seguro” que era invertir en sellos, cuyo valor crecía sin parar. No digamos nada de la inversión en vivienda. Así que aconsejaba entonces seguir el ejemplo de Rockefeller y alejarse de los mercados de materias primas y de los países cuya economía estuviese fundamentada en ellas.
Pues bien, lo que tenía que suceder ha ocurrido y el actual desplome de las materias primas está poniendo en jaque a la economía mundial. El precio del petróleo ha caído en el último año un 40%; pero el algodón, el gas natural, la soja, el azúcar, el cobre, el maíz y el trigo han caído entre un 10% y un 25% durante los últimos doce meses. Se trata de un desplome generalizado. ¿Por qué ahora?, me preguntan. Bueno, alguna vez la sensatez debía hacerse un hueco en la mente de los especuladores. La abundancia de dinero barato y abundante había llevado los precios de muchos productos a niveles desorbitados, y la simple insinuación de una posible subida de tipos de interés en EEUU y el final de los estímulos monetarios, está provocando una menor presión sobre el precio de las materias primas al retirarse liquidez con la que especular. El capital vuelve a casa ante la promesa de una mayor rentabilidad en activos seguros y abandona los países emergentes cuyos desequilibrios parecen a punto de explotar, así que el dólar se fortalece al mismo tiempo que las divisas emergentes se debilitan y la inversión en materias primas (que se compran y venden en dólares) pierde rentabilidad, lo que acentúa aún más la salida de capitales de esos mercados. A eso, en el petróleo se le unen los factores de oferta, como la entrada en el mercado de la producción derivada del fracking estadounidense o la decisión saudí de mantener la producción para hundir los precios y arruinar la rentabilidad de las nuevas tecnologías, por lo que el petróleo lidera la caída de los precios en las materias primas, aunque las demás lo acompañan en su caída.
Para los países consumidores de materias primas las noticias no pueden ser más positivas. No solo el costo de nuestras importaciones se reduce aumentando nuestra competitividad y renta disponible, sino que invertir en nuestros países pasa a ser ahora más rentable, lo que favorecerá nuestro crecimiento a medio y largo plazo, que falta nos hace. Pero, si tan positivo es ¿por qué cae entonces la bolsa? Pues porque la caída abrupta de los precios en materias primas y el desplome de las divisas emergentes ha pillado a muchos inversores especulativos en esos productos y divisas con compromisos a los que deben hacer frente, y por ello venden activos en medio mundo. Para poder hacer frente a sus promesas de pago. No sería de extrañar que, pese a todo, algunos fondos especulativos quebrasen en los próximos meses. Pero a la larga, no lo duden, será positivo para nuestra economía. A mí la burbuja que realmente me atemoriza es la china.