Brexit y sus enseñanzas

Artículo publicado por D. José Carlos Francisco en La Gaveta Económica en el número de Julio de 2016. 

La noche del día 23 de Junio estaba en Milán y me fui a acostar con el convencimiento de que Inglaterra seguiría en la Unión Europea después del referéndum de ese día.

A la mañana siguiente, fui al kiosco cerca del Duomo y me sorprendí al ver la portada del Financial Times, con el Primer Ministro británico tapándose la boca en un claro gesto de sorpresa, aflicción y congoja, al estilo de: ¡¡Dios, qué he hecho!! Efectivamente, el Financial Times no estaba equivocado, pues todos los periódicos decían lo mismo.

Las dos horas siguientes fueron llamadas de intercambio de opiniones, tratando de mantener la calma y no sobrereaccionar. Aunque los medios de comunicación han tratado de quitar hierro al asunto, a mí no me parece un asunto baladí. Las caídas de algunas bolsas fueron de época. Ya no diremos que la bolsa cayó más que con Leheman Brothers, ahora será: “cayó más que con el Brexit”. En la City están que trinan. Consultores, bancarios, ingenierías, inmobiliarias están francamente desconcertados y pensando llevarse los bártulos a otra parte. En el juego de ganadores y perdedores, algunas ciudades se preparan para prestar servicios financieros globales, sustituyendo funciones hasta ahora encomendadas a Londres. Frankfurt, donde estuve la semana pasada, es un claro ejemplo de ganador. Londres de perdedor.

¿Y Canarias? ¿Es ganador o perdedor?. La respuesta es la misma que dije hace algunos meses en estas mismas páginas. Somos perdedores y el daño depende de lo rápido que Inglaterra salga de los acuerdos de Schengen y frontera única y sobre todo, de la evolución del tipo de cambio de la libra respecto al euro. Para entendernos, de cada diez turistas que vienen a Canarias, tres son ingleses y las vacaciones se les van a poner caras, hasta ahora un 12 % más caras y algo más incómodas en el control de pasaportes.

Para mí una pena. Me gustan los ingleses y nosotros, los canarios les caemos también bien. Antes del boom turístico, comerciaban con nuestros vinos, después con los tomates, con el plátano. Habrá que buscar fórmulas para no debilitar los lazos que nos unen a la gran isla y de paso, aprender inglés, que será más barato.

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