Artículo publicado por D. José Carlos Francisco en La Gaveta Económica en el número de julio de 2017. Cuando estas líneas vean la luz de imprenta, se habrá presentado públicamente el “Papeles de Economía Canaria Nº 3” que edita Corporación 5 con el patrocinio de la Fundación DISA. Este número trata de demostrar que la Economía Canaria en su conjunto, diverge en términos de bienestar económico de la media española, de forma continuada y enormemente preocupante. No en vano, hemos pasado de una renta per cápita del 97% en el año 2000, a sólo el 82% el año pasado. Sin duda refleja el fracaso colectivo que es necesario enderezar lo antes posible.
Lo que hacemos en el número tres de “papeles” es constatar un hecho incontestable y de manera lo más gráfica y simple posible. No entramos a desentrañar las razones que han motivado esta situación y mucho menos, a aconsejar o diseñar políticas para revertir este estado de las cosas. Y lo hemos decidido así, porque nos parece que antes de actuar, hay que ser conscientes de la realidad pura y dura. Realidad que muchos niegan, excusan o ignoran.
Entre los que la conocen bien y la han analizado, está el profesor David Padrón Marrero, que en el manual “Economía de Canarias: dinámica, estructura y retos”, inicia el análisis” de la convergencia de Canarias con España desde 1960 hasta 2010 y entre otras muchas cosas, concluye con dos, que merecen destacarse aquí. La primera es que el comportamiento de la Economía Canaria, fue excelente entre 1960 y 1985, superando con creces a la media española y todo ello, sustentado en la productividad. A partir de entonces, los rendimientos de Canarias en términos de PIB per cápita están por debajo de las medias españolas, y ya no es la productividad la que empuja el crecimiento, sino el número de personas empleadas. La segunda conclusión es que “debemos indagar sobre los factores fundamentales del crecimiento económico, entre los que ocupa un lugar destacado el marco institucional”.
Efectivamente, hay dos pistas que creo que los investigadores deberían seguir. Una es que la dinámica exitosa se acaba aproximadamente con la entrada en la Unión Europea. Ello querría decir, que el marco institucional posterior favoreció más a la economía peninsular que a la canaria. La otra pista, es que la legislación de las Directrices de Ordenación del Territorio y del Turismo, a principios de este siglo, no crearon incentivos para promover la iniciativa privada, la creatividad y el espíritu empresarial, sino más bien lo contrario, una suerte de moratoria en las nuevas inversiones y empleos.