Artículo publicado por D. José Carlos Francisco en La Gaveta Económica en el número de Septiembre de 2016.
En el número de junio, comenté las conclusiones de un trabajo para España realizado por CEOE, que venía a concluir que nuestro país envejece rápido y que a medio y largo plazo la tasa de desempleo disminuirá más por razones demográficas que de impulso económico. De tal forma, que en 2025 la tasa de paro alcanzaría el 8%, niveles históricamente buenos.
Como comenté en aquel artículo, en Corporación 5 hemos hecho un análisis similar pero utilizando solo previsiones para la Economía Canaria. Los resultados en síntesis son las siguientes para la demografía:
1. La población canaria ha reducido su ritmo anual de crecimiento de manera drástica y en el 2025 lo hará al 0,12 % y gracias a las inmigraciones.
2. Por primera vez, en 2018 se producirán más defunciones que nacimientos en las islas.
3. En 2030, respecto al momento actual, la población menor de 50 años se reducirá en un 19%, mientas que la mayor de 50 aumentara un 45%.
Suponiendo que el Archipiélago crea a largo plazo empleo a razón de incrementos interanuales del 1,5%, los datos dicen que habrían 950.000 personas trabajando y unos 200.000 parados, que dan un índice del 20% de paro. Para el año 2030, último dato que ofrece el INE en sus previsiones de población, habrá alrededor de un millón de ocupados, 180.000 parados y una tasa de paro del 17%.
Obviamente, las previsiones dependen de hipótesis que se cumplirán parcialmente y de otras circunstancias ajenas a nuestro control, pero hay algunas tendencias irrebatibles. Éstas a mi modo de ver son:
a) La dinámica de crecimiento poblacional se ha roto. Canarias aumentará población por la inmigración y cada vez, habrá más viejos.
b) Con los crecimientos actuales, España resuelve buena parte de los problemas de paro en ocho años, Canarias necesitará mucho más tiempo.
Aunque la pobre dinámica poblacional ayude a resolver el gran problema del paro, plantea otros desafíos de futuro. El primero es la sostenibilidad del sistema de pensiones, el segundo es el limitado crecimiento potencial de la economía canaria por las restricciones naturales y regulatorias; y por último, los hábitos de consumo y ahorro se alterarán al cambiar la pirámide poblacional.
Por último, y no menos importante, las políticas públicas tendrán que cambiar para adaptarse al envejecimiento poblacional. En particular, habrá muchos menos estudiantes, pero muchos más demandantes de servicios sanitarios y sociales.
La pregunta es: ¿Están adaptando nuestros políticos las estructuras para dar respuesta a los desafíos de un futuro muy cercano?