Artículo publicado por José Alberto León Alonso en Diario de Avisos el 14/12/14.
Tiene la coyuntura económica la costumbre de encadenar noticias negativas en contextos de crisis y positivas en momentos de recuperación, y parece que de nuevo esta situación se reproduce. Si al inicio de la crisis a una mala noticia le sucedía otra y se cumplía a rajatabla una de las leyes de Murphy “si algo puede salir mal, saldrá mal”; en la actualidad parece que, afortunadamente, nos encontramos en al otro lado de la balanza, y a los datos que indican una leve recuperación de la economía se le añaden acontecimientos positivos que refuerzan la tendencia hacia el crecimiento.
La recuperación de la actividad y del empleo ha tomado impulso en el cuarto trimestre de 2014. El desempeño positivo de la demanda privada nacional se apoya en factores estructurales, tales como la corrección de los desequilibrios internos, algunas de las reformas ejecutadas y las menores tensiones financieras, y así, la pasada semana comentaba lo positivo de los datos de crecimiento en el número de afiliados durante el mes de noviembre en España, muy por encima de lo esperado en un mes estacionalmente negativo para la creación de empleo. Pero es que esta semana se encadenan nuevas noticias tremendamente positivas a corto plazo para la economía española.
Por un lado, el Tesoro ha emitido por primera vez en su historia obligaciones a 10 años con un interés inferior al 2%. En concreto el tipo medio ha pasado del 2,123% al 1,840%. Si el Tesoro Público realizará en 2015 emisiones brutas por importe de 242.765 millones de euros para cubrir sus necesidades de endeudamiento neto y las amortizaciones pendientes, de mantenerse los tipos en los niveles actuales el ahorro para el Estado por la deuda que emitirá durante 2015 será de nada menos que diez mil millones de euros, unos tres mil millones solo en 2015, lo que no es ninguna bagatela.
Por otro lado, la última inyección de liquidez del Banco Central Europeo (BCE) destinada a impulsar el crédito al consumo y a las pymes, conocida como TLTRO, está resultando un fracaso, ya que los bancos de la Eurozona apenas han solicitado sólo 212.440 millones de euros de los cerca de 400.000 disponibles, lo que reactiva el plan B del BCE, que es ni más ni menos que un programa de compra directa de deuda soberana, lo que implica una política monetaria expansiva con fondos abundantes y baratos. Más madera.
Finalmente, y por encima de todo, la caída del precio del petróleo no se frena, sino que al contrario, se acelera. La pasada semana los precios del crudo han vuelto a sufrir otra severa caída y varias noticias que abundan en futuras reducciones de precio. Por un lado, los inventarios de petróleo de EE.UU aumentaron en 1,5 millones la pasada semana, frente a las previsiones del mercado, que esperaba una reducción de las reservas de alrededor de tres millones, así que tienen una menor necesidad de crudo de la esperada. Por otra parte, la OPEP ha revisado a la baja su previsión de la demanda mundial de crudo para 2015. Ambos datos, un exceso de oferta y una caída de la demanda nos llevan a precios bajos durante 2015 en el petróleo, que cotiza en mínimos, con caídas cercanas al 40% en los últimos meses.
En los últimos seis años la producción de petróleo de los EEUU ha aumentado un 70% a través del petróleo de esquisto, obtenido gracias a la técnica del fracking o fracturación hidráulica, que consiste en inyectar agua a presión mezclada con arena y productos químicos con el objetivo de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo, y favorecer así su salida hacia la superficie. EE.UU. es ya el segundo productor mundial de petróleo y en 2015 será probablemente el primero, pero los yacimientos de esquisto tienen una vida media reducida, de unos tres años, por lo que en 2020 probablemente habrá retrocedido en el ranking de países productores.
Si por el lado de la oferta el crecimiento del esquisto en EE.UU. presiona los precios a la baja, Arabia Saudita no parece dispuesta a reducir su oferta ni la de la OPEP para compensar esa sobreoferta. En un mercado oligopolístico como el del petróleo, los grandes productores (como Arabia, EE.UU. y Rusia) pueden manipular los precios aumentando o reduciendo artificialmente su oferta, y Arabia tiene dos motivos para que baje el precio del petróleo. El primero es que no le interesa que se siga invirtiendo en fracking, una técnica de extracción de petróleo más cara que la de los pozos sauditas. Con precios por debajo de los 70 dólares por barril, algunas explotaciones de esquisto no son rentables, y por debajo de 50 dólares prácticamente todas, mientras que los costos de producción de los pozos petrolíferos saudíes les permitirían soportar precios de 20-30 dólares/barril sin problemas (con beneficios mucho menores, eso sí). Por otro lado, está la geopolítica. Muchos de los “enemigos” saudíes (y americanos, que son su más firme aliado) han generado una economía absolutamente dependiente del petróleo caro: Irán, Rusia y Venezuela no pueden sobrevivir mucho tiempo con precios por debajo de los 70 dólares/barril, así que, ahora que los americanos no dependen de las importaciones de petróleo extranjero, se presenta una oportunidad única para barrer a los enemigos del mapa.
Por todos estos motivos, ya se habla incluso de precios en torno a los 50 dólares por barril durante 2015… e incluso más abajo. El pasado lunes, Morgan Stanley revisó sus previsiones a la baja con un precio del crudo en torno a los 40 dólares.
A esos niveles, Venezuela, cuya economía está ya a punto de explotar por su mala gestión, quebrará antes de que finalice 2015 (como mucho). El petróleo constituye más de un 90% de sus exportaciones y cerca de un 50% de los ingresos fiscales, y no se puede mantener una economía con la mitad de la población viviendo de subvenciones sin ingresos fiscales. El impacto sobre Ecuador (otro país del eje bolivariano) será también significativo, ya que el 60% de sus exportaciones provienen del petróleo. Y no será menos importante sobre Irán y Rusia, que entrarán en depresión económica si los precios se mantienen a estos niveles durante todo al año.
Pero para los países consumidores (como España) es una excelente noticia. Nos podemos ahorrar más de 10.000 millones de euros en importaciones petrolíferas, que pasarían a engrosar la renta disponible de las familias y a reducir los costes de explotación de numerosas empresas. Esto supone un impacto en el PIB de entre 0,5-1 punto porcentual, nada menos. Así que nuestras estimaciones de crecimiento para 2015 se quedarían cortas y deberían ser actualizadas. De esta manera, nuestro escenario central pasa a prever un crecimiento del 2,4% del PIB de España para 2015, en lugar del 1,8% previsto actualmente, y a crear cien mil puestos de trabajo adicionales sobre los 400.000 previstos. Lo dicho, tenemos viento de cola. A disfrutarlo mientras dure.