Artículo publicado por José Alberto León Alonso en El Día el 26/04/15.
Ahora que se acercan las elecciones locales y autonómicas, parece un buen momento para hablar sobre los distintos sistemas electorales existentes, dado que el nuestro parece muy perceptible, al generar problemas de escasa conexión entre elector y elegido, así como resultados no proporcionales. Uno de los más interesantes es el voto único transferible (VUT). Se trata de un sistema de voto basado en la representación proporcional y el voto preferente. El elector selecciona nominalmente a sus candidatos ordenándolos numéricamente (\»1\», \»2\», \»3\»,..) según sus preferencias, citando al lado de cada candidato la posición que debería ocupar. No hay listas de partidos (ni cerradas, ni abiertas), sino que en una misma papeleta se incluyen los candidatos de todos los partidos, aunque al lado del nombre del candidato se suele identificar el partido al que pertenece o si es independiente. Tampoco se marcan con una \»X\» los nombres de los elegidos, ni se elige un único representante por circunscripción.
En una elección mediante VUT, un candidato necesita un mínimo número de votos (la cuota o umbral) para ser elegido, menor cuanto mayor sea el nº de representantes de la circunscripción. Bajo el VUT, el voto de un elector se asigna inicialmente a su candidato favorito, y si ese candidato hubiera sido ya elegido o eliminado, los votos sobrantes se transfieren a su segunda preferencia, y así sucesivamente hasta que su voto se asigne a alguna de sus opciones. Si se utilizara el VUT en un distrito con un solo candidato, no dejaría de ser un sistema mayoritario, pues acabaría siendo elegido el candidato más preferido, en una suerte de segunda vuelta (o tercera, cuarta, quinta, etc.) automática. Para considerarlo un sistema proporcional, el VUT utiliza distritos plurinominales (con varios escaños o puestos) que se aplica en circunscripciones reducidas (típicamente, de 3 a 7 diputados o concejales).
Como mecanismo para escoger representantes, el VUT es el más sofisticado de todos los sistemas electorales, ya que permite elegir no solo entre partidos, sino también entre candidatos dentro de los partidos. Los resultados finales mantienen un grado justo de proporcionalidad y, dado que los distritos plurinominales son relativamente pequeños, se conserva un importante vínculo geográfico entre el votante y el representante. El VUT también ofrece mejores oportunidades para la elección de candidatos populares independientes que la representación proporcional por listas, porque los votantes escogen entre candidatos y no entre partidos. Los politólogos lo han recomendado durante mucho tiempo como uno de los sistemas electorales más atractivos. Sin embargo, su uso se ha limitado a Irlanda, Malta, Escocia, Australia y Nueva Zelanda. ¿Por qué? Básicamente por la lentitud del recuento, ya que normalmente cada papeleta debe ser recontada varias veces hasta asignar todos los puestos a elegir. Hasta ahora, en circunscripciones pequeñas con pocos votos a recontar este procedimiento era asumible, pero en distritos electorales grandes con cientos de miles de votos, era sumamente largo (tardaba varios días) y tedioso. Sin embargo, en la actualidad los avances tecnológicos permiten acelerar el recuento de modo que en Escocia, que realiza el recuento utilizando escáneres ópticos, los resultados se conocen en menos de un día.
Si el principal problema de nuestro sistema electoral es que la ciudadanía no se siente bien representada, el VUT es designado unánimemente como el sistema que mejor lo hace, pues mantiene las ventajas de todo sistema proporcional en relación a los votos, quedando las minorías bien representadas, mientras que recupera la posibilidad de elegir personas, individualmente, y realizar un seguimiento personalizado de sus diputados, elevando la calidad de los legisladores. Al ser el voto transferible, desaparece el voto que se pierde, e incentiva la participación de candidatos independientes y la renovación de la clase política. Lo más importante es que mejora la relación entre el representante y sus representados.
El VUT otorga más poder a los votantes que cualquier otro sistema electoral, detrayendo ese poder de los partidos políticos. Introduce poderosos incentivos electorales para que los partidos presenten candidatos potentes y equilibrados para maximizar el número de primeras preferencias (las marcadas con el nº 1), y permite a los votantes desplazar a los candidatos que más le disgusten de su propio partido, evitando que salgan elegidos, dado que resulta complicado que estos candidatos obtengan segundas, terceras o cuartas preferencias, lo que les impediría obtener la elección. Esto supone la posibilidad de que los votantes castiguen a candidatos corruptos o fanatizados. Favorece también a candidatos con un perfil más transversal y capaz de atraer a votantes de distintos partidos, pues las segundas, terceras o cuartas preferencias resultan cruciales a la hora de ser elegidos. Asimismo, la eficacia de las campañas centradas en resaltar los aspectos negativos de los rivales políticos es muy reducida, o incluso contraproducente. Reducida porque esa campaña negativa puede quitar votos al rival, pero no implica necesariamente que lo gane el candidato que introduce este tipo de campaña. Y contraproducente porque el disgusto por este tipo de comportamiento puede reducir el número de votos recibidos en segunda, tercera o cuarta preferencia por el candidato que lo utiliza. Además, acaba con la polémica de los tránsfugas, dado que los electores seleccionan a sus representantes precisamente por sus opiniones y características personales, lo que implica que el voto se otorga y “pertenece” al candidato y no al partido. Finalmente, evita malgastar tácticamente el voto en lo que conocemos como “voto útil”, votando al menos malo de los elegibles en lugar de al candidato predilecto, pues cada elector puede nominar en primera posición a su candidato preferido sin temer que su voto se vea malgastado ya que, de no resultar elegida su primera opción, su voto se transferirá a la segunda opción o siguientes.