Artículo escrito por José Alberto León Alonso en El Día el 29/03/15.
Escribía hace algunas semanas sobre la utilidad de las encuestas. Los sondeos y barómetros electorales constituyen una fuente de información de primera mano sobre el pulso político de una nación. De ellas depende en ocasiones la decisión de adelantar o no la convocatoria de elecciones, una apuesta siempre arriesgada que requiere buena información, y no hay ninguna mejor que una encuesta que retrate fielmente el sentimiento electoral del momento. Los políticos, muy conscientes de ello, toman o dejan las encuestas según los resultados les sean favorables o no, acudiendo en caso negativo a la recurrente frase de “la única encuesta que vale es la de las urnas”.
En el caso de las elecciones andaluzas de 2015, la realidad es que las encuestas consiguen un nivel de acierto razonablemente bueno. Pese a la incertidumbre actual, con un panorama de gran volatilidad, los sondeos de marzo han acertado el resultado, tanto en el ganador, como en la posición relativa de los diferentes partidos y sus escaños aproximados. Todos los partidos han obtenido resultados dentro del margen de error sin grandes sorpresas. Así, parece que el adelanto electoral ha dado resultado gracias a la gran precisión que, esta vez sí, han tenido las tan denostadas encuestas. En la tabla adjunta muestro las predicciones electorales por escaños publicadas durante el mes de marzo. Los escaños reales obtenidos se muestran sombreados en la penúltima columna, y en la última se detallan nuestras propias estimaciones, realizadas con datos hasta la primera semana de marzo. La encuesta de TNS se realizó a pie de urna el mismo día de las elecciones.
Como se observa, las encuestadoras con mayor grado de acierto (aciertan el número de escaños de tres de los cinco partidos) han sido NC-Report y…nosotros mismos (C5-SAO). En nuestro caso, pronosticamos apropiadamente el número de escaños de PP, Ciudadanos e IU, mientras que subestimamos los del PSOE (auguramos tres menos de los reales) y sobreestimamos los de Podemos (vaticinamos tres más). El motivo puede estar en la ocultación del voto. De hecho, los sondeos a pie de urna de TNS otorgaban entre 41-44 escaños al PSOE y 19-22 a Podemos, y dado que se trata de encuestas realizadas a votantes el mismo día de las elecciones, en ellas no existen sesgos en cuanto a la decisión de votar o abstenerse y la muestra debería ser representativa. Todo hace pensar que parte de los electores del PSOE decidieron ocultar su voto a las encuestadoras, proclamando en su lugar su apoyo a Podemos. Es probable que el escándalo de los EREs tenga bastante que ver con este comportamiento, pero para próximas elecciones tendremos que contar, al menos en Andalucía, con esta ocultación del voto (tradicional en el PP, pero no en el PSOE) para refinar nuestra “cocina” y optimizar el nivel de acierto.
En cualquier caso, en la mayor parte de los casos las diferencias entran dentro de los márgenes de error inevitables, además de la influencia de la distancia entre el momento de la encuesta y el día de las elecciones, pues la volatilidad del sentimiento electoral es mayor que nunca en nuestra historia democrática, como demuestra el hecho de que un partido como Ciudadanos, que no entraba en ninguna encuesta andaluza apenas dos meses antes de las elecciones, haya obtenido casi un 10% de los sufragios. La intención de voto va cambiando con el tiempo, mientras que los sondeos electorales que se publican como muy tarde una semana antes de las elecciones se basan en encuestas realizadas varios días, o incluso alguna semana antes de su publicación, y en ese periodo pueden ocurrir eventos que afecten al voto decidido o a la decisión final de los que estaban indecisos.
Por otro lado, las ocho circunscripciones y la aplicación de la fórmula D’Hondt al asignar escaños introducen problemas adicionales de estimación. Así, el PSOE logró un escaño en Cádiz en detrimento de Ciudadanos por apenas 720 sufragios (0,1% de los votos), y otro en Huelva en detrimento de Podemos por solo 1.217 votos (0,5%). Es decir, la asignación de escaños se “juega” en ocasiones por un número ínfimo de votos, imposible de estimar a través de encuestas.
Concluyendo: Las encuestas acertaron. Al menos esta vez la única encuesta válida no ha sido la de las urnas.