Artículo publicado por José Miguel González Hernández en el número de junio de La Gaveta Económica.
Cuando estamos durmiendo escuchamos ruidos extraños en la casa, ¿por qué nos tapamos la cara con la sábana? Porque tenemos la sensación de que nos protege. Sabemos que nos cubrimos solo con una tela donde nuestro contorno se detecta con total normalidad, donde se nota nuestra respiración y, para más señas, se nos ven los dedos de ambas manos por fuera. Sabemos todo eso, pero aún así, nos escondemos de la realidad para que esta no nos encuentre.
Según va pasando el tiempo, esta práctica la generalizamos, muchas de las veces con sanos hábitos que nos permita teletransportarnos a unas existencias y otras, con sustancias que alteran la percepción de los acontecimientos. Ahora bien, sea cual sea el procedimiento, la realidad continua ahí, aunque no queramos verla. Podemos edulcorarla o disfrazarla, pero ahí sigue, golpeando con toda su crudeza.
Los últimos datos ofrecidos por parte de los servicios públicos de empleo nos indican que la escalada de desempleo se va “aplanando”, si lo analizamos desde la perspectiva mensual. El incremento del paro a nivel nacional “solo” ha sido de un 0,69% a nivel nacional, mientras que en Canarias dicho porcentaje asciende hasta el 2,39% dejando en la cuneta a 261.074 personas, de las cuales prácticamente la mitad no tienen prestación de cobertura por desempleo. Mayor estremecimiento da el dato interanual, con crecimientos nacionales del 25,27% y del 26,71% en el ámbito autonómico.
Pero si el crecimiento del desempleo es preocupante en el Archipiélago, el descenso de las cotizaciones a la seguridad social aún lo son más. Y son preocupantes porque, pese a que la caída ha sido de -631 personas respecto al mes anterior, fruto del descenso en la Provincia de Las Palmas en -941 (-0,08%) compensado en parte por el incremento del 310 en la Provincia de Santa Cruz de Tenerife, en el cómputo interanual, el decremento de -50.929 cotizantes (-6,29%), es decir, puestos de trabajo, hace que la ropa no te llegue al cuerpo. A nivel nacional, los porcentajes de evolución mensual crecen en un 0,53%, mientras que el interanual se sitúa en un -4,54%, lo que corrobora la mayor intensidad del impacto del COVID-19 sobre la economía de las Islas.
En contratación los datos mensuales no son rematadamente malos, no así lo interanuales. Además, queda refrendada dicha evolución con las diferentes modalidades de contratos, tanto en los temporales como los indefinidos, aunque estos últimos con mucha menos intensidad.
Si con estos datos nos tapamos la cara con la sábana estamos dejando fuera a 220.028 personas más afectadas por los Expedientes de Regulación Temporales de Empleo (ERTE). Si decidiéramos levantarnos de la cama e incorporar estos datos a las personas desempleadas, entendiendo como paradas a las que activamente quieren trabajar, pero no pueden hacerlo, la tasa de paro pasaría a del 18,79% (cifra oficial) al 39,01% (cifra estimada), creciendo en un 107,61%.
Por fortuna, el nivel de cobertura de las personas inscritas en un ERTE es prácticamente total. En este sentido, las políticas pasivas de empleo están funcionando, no sin un alto coste económico social. Cierto es que, con rentas minoradas, pero, al menos, garantizadas durante el periodo de vigencia. Por ello, su prórroga y continua evaluación ha de estar sobre la mesa de toda negociación hasta que la actividad económica y productiva, la verdadera protagonista, logre despertarse de la pesadilla por la que está atravesando. Poner a salvo la salud, es innegable. Evitar la ruptura de la cohesión económica y social, también.
Así que, nos podemos seguir tapando la cara para no ver la realidad, aunque no por ello desaparecerá. Ahí seguirá, por lo que, si puedes hacer algo por mejorarla, hazlo. Y si no puedes, mejor dejar que el resto lo haga evitando poner impedimentos inútiles.
José Miguel González Hernández
Director de Consultoría
Corporación 5