Artículo publicado por José Carlos Francisco Díaz en el número de abril de 2018 de La Gaveta Económica.
Cuando pienso como economista en el largo plazo y más concretamente sobre el futuro de Canarias, en términos de renta per cápita, empleo, bienestar, etc, enseguida hay que pensar en el futuro del Mundo o al menos Europa, porque de su devenir dependerá en buena medida el nuestro. No es concebible una Europa lenta, con bajo crecimiento y una Canarias exuberante, ágil y dinámica.
Y es precisamente, en el futuro donde las visiones de los economistas y los científicos difieren. Los primeros pensamos (en general) que no es razonable esperar que las economías avanzadas repliquen el dinamismo de los años 1995-2007, y mucho menos los años fantásticos de las décadas del cincuenta y sesenta. Y esta idea se explica porque los factores de crecimiento tradicional, expansión de la fuerza laboral, incremento de la inversión privada y pública y la productividad no se espera que puedan volver a las tasas de los “años felices”.
Pensemos que en Canarias, la demografía solo aumenta por los saldos migratorios positivos, y la mujer se ha incorporado al mercado de trabajo, pues ha pasado de una tasa de actividad del 28% (1978) al 56% (2017).
La clave puede estar en la “productividad”, es decir, la cantidad de productos o servicios, que se puedan lograr con la incorporación de nuevas ideas o tecnología, manteniendo constante el resto de los factores (capital y trabajo). Y es precisamente aquí, donde los científicos dibujan escenarios mucho más optimistas. Nos hablan de una disrupción energética, donde la energía solar y los coches eléctricos serán claves, y parece ser una muy buena noticia para nuestras islas. Pero hay tecnologías que son amenazas para cajeras, conductores y hasta abogados. La inteligencia artificial no es ninguna broma y sin llegar a los vaticinios de los “singularistas”, es decir, cuando las máquinas sean capaces de inventar otras máquinas sin intervención humana, está claro que la inteligencia artificial está aquí y que seremos capaces de producir más, pero con menos personas.
Como conclusión apresurada. Si los economistas tienen razón, el crecimiento a largo plazo será lento, los salarios no serán muy dinámicos, la inflación será controlada, y el futuro se parecerá al presente. Si por el contrario los científicos tienen razón y la tecnología avanza exponencialmente y se instala en nuestras vidas, el mundo y Canarias con él, cambiará drásticamente. En cualquier caso, el Mundo de los científicos no es idílico, pues las adaptaciones éticas y sociales a un crecimiento material demasiado veloz, no son nada sencillas.