Artículo publicado por Federico González de Aledo en El Día el 27/03/16.
No entraré a valorar al personaje en sí, eso que cada uno lo haga en casa viendo las noticias que, día sí y día también, aparecen tras sus mítines y apariciones públicas.
Me centraré en las políticas, y sus respectivas consecuencias, que pretende implantar en el caso de ser elegido presidente del país más poderoso del mundo. Me explico.
Unos meses atrás, la precandidatura a presidente de EEUU del magnate Donald Trump para el Partido Republicano parecía no ser más que otro capricho de un hombre millonario y por eso poderoso.
Sin embargo, las primarias que comenzaron en febrero, y que continúan hasta ahora, demuestran que a Trump no hay que tomarlo en broma: ganó en varios estados y hace poco consolidó su liderazgo al conseguir un firme triunfo en el \»supermartes\», día clave para los precandidatos porque condensa la mayor cantidad de delegados de todo el proceso.
Hasta ahora, el magnate ya tiene asegurados 285 delegados; mientras que los dos contrincantes de su partido que lo siguen de cerca, Ted Cruz y Marco Rubio, tienen 132 y 33 respectivamente. Es decir Trump duplica y hasta cuadriplica a su competencia.
Los primeros cien días de un presidente suelen ser definitorios; durante esos tres meses el nuevo gobierno, más cuando implica un cambio como implica la llegada de un republicano tras dos mandatos de un demócrata, toma decisiones, dictamina cambios y marca el rumbo.
¿Qué pasaría entonces en Estados Unidos si ganara Trump? A lo largo de su campaña fueron muchas las ideas que barajó, algunas polémicas, otras bastante duras, pero no todas aplicables. No al menos en un país como el estadounidense en que el Congreso tiene tanto poder. Sin embargo, varias están codificadas en un programa.
En lo referente a política exterior, los halagos intercambiados entre Donald Trump y Vladimir Putin sin dudas son mucho más que palabras dulces. Mientras que la relación del Kremlin con el gobierno de Barack Obama ha sido bastante tensa, el millonario parece querer encontrar en su posible par ruso un aliado.
Por otra parte, Trump descalifica a los líderes de algunos de los aliados más fuertes de Washington, como Alemania y Japón. Además, está decidido a terminar con Estado Islámico a razón de bombas.
En cuanto a economía y relaciones comerciales, su plan parece bastante controvertido: quiere rebajar los impuestos y eliminar las exenciones para los más ricos. Lo que el millonario propone es preservar, aunque sin recortarlas, las pensiones de jubilación y la sanidad pública para los mayores de 65 años.
Y asegura que si es está al frente del país, nadie morirá en la calle por no tener cobertura médica.
China es uno de sus rivales económicos más importantes. Trump está convencido de que el gigante asiático se aprovecha de que los actuales líderes del país son débiles y exporta productos demasiado baratos, lo que golpea la generación de puestos de trabajo. Por eso, dice que hay que imponer un arancel del 45% a los productos chinos.
Por último, respecto a su política sobre inmigración, cuando la planteó resultó absurda, pero ante su insistencia la cosa se puso seria.
Trump propone construir un muro de 3.200 kilómetros entre Estados Unidos y México para terminar con el flujo de inmigrantes ilegales. Otra de sus ideas es echar a los casi once millones de inmigrantes sin documentos que viven en Estados Unidos. Y una más: no quiere que ningún musulmán entre al país.
Y usted puede estar pensando, ¿y a mí todo esto en que me afecta? Pues le afecta, y mucho más de lo que se imagina.
En primer lugar, desde un punto de vista meramente económico, ¿se imagina la repercusión en la Bolsa estadounidense si Trump es presidente? ¿Qué ocurriría en el resto de Bolsas mundiales en este caso? ¿Afectaría esto a economías que luchan por salir de la mayor crisis económica de los últimos años, como la española? Creo que conoce las respuestas a estas preguntas.
Por otro lado, y desde un punto de vista de estabilidad internacional, parece que tener a Putin como mayor aliado, distanciándose de este modo, voluntariamente, de países como Alemania, China y Japón, no creara un entorno de relaciones internacionales idóneo para que la estabilidad que existe actualmente pueda continuar vigente. Y eso, claro, lo notará usted y su bolsillo.
Creo que en España ya tenemos suficiente con la inestabilidad política actual, la crisis económica que no termina de dejarnos, la corrupción que cada día inunda nuestros medios de comunicación, como para enfrentarnos a los efectos de un posible terremoto mundial llamado Donald Trump.
Esperemos que el pueblo norteamericano sea lo suficientemente inteligente a la hora de elegir a su próximo presidente, de lo contrario, aunque estemos a miles de kilómetros de distancia, me temo que lo lamentaremos, y mucho.