En 2022, la UE produjo bienes y servicios por valor de 31.674 billones de euros, mientras que las importaciones procedentes de fuera de la UE (excluido el comercio intracomunitario ) alcanzaron un valor de 3.106 billones de euros.
Casi la mitad (48,7%) de estos bienes y servicios se utilizaron para consumo intermedio, es decir, para fabricar otros productos. Otra proporción considerable, el 31,2%, se utilizó para consumo final, generalmente por parte de los hogares o del sector público . Aproximadamente una décima parte de la oferta (10,6%) se utilizó para la formación bruta de capital, principalmente para inversión , y el 9,5% restante de la oferta total de la UE estuvo relacionada con las exportaciones de productos (valoradas en 3,291 billones de euros).
Entre 2010 y 2022, la proporción de estos usos se ha mantenido en gran medida estable. El consumo intermedio alcanzó su punto más bajo en 2016, y luego de nuevo en 2020, cuando su participación en la oferta total se situó en el 46,3%. A partir de 2020, inició una tendencia ascendente que culminó en 2022 con el 48,7%. Por otro lado, la proporción del gasto en consumo final en la oferta total alcanzó su nivel más alto en 2010, con un 35,3%, y disminuyó lenta y sostenidamente hasta el 31,2% en 2022.
En cuanto a la formación bruta de capital y las exportaciones, su participación en la oferta total aumentó del 9,8% y el 7,8%, respectivamente, en 2010 al 10,6% y el 9,5% en 2022, alcanzando su punto máximo al final del período.
El impacto del COVID-19 en la economía
Las tablas de oferta y utilización pueden ser una herramienta valiosa para analizar el impacto de los acontecimientos exógenos en la economía. En particular, una comparación de los datos de 2019 y 2020 a precios de 2019 revela el impacto de la COVID-19 en la demanda de los consumidores en términos de cambio en el volumen de servicios consumidos. Un buen ejemplo es el volumen de oferta y utilización de los servicios de alojamiento y alimentación, que cayó drásticamente entre 2019 y 2020.
El consumo final de los hogares de estos servicios se redujo en más del 50% en Croacia, Grecia y Chipre, mientras que Suecia registró el menor descenso (-16%) entre los países de la UE, seguida de Rumanía (-21%), Finlandia (-22%) y Polonia (-23%). Esta tendencia estuvo asociada a una reducción de la producción interna, del consumo intermedio y del valor añadido en la industria del alojamiento y los servicios de restauración.
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