Artículo publicado por D. José Carlos Francisco en La Gaveta Económica en el número de noviembre de 2016.
Aunque no lo crea, el calendario apunta que llega el 2017 y con tal circunstancia, los organismos e instituciones públicas y privadas comienzan con las estimaciones sobre lo que puede ocurrir. En general, todas utilizan modelos macroeconómicos de previsión, que apuntan a crecimientos medios en Europa del 2% del PIB, en España entre el 2% y el 2,5% y ¿en Canarias?
En Corporación 5, llevamos haciendo informes de Coyuntura Canaria desde 1996 de forma estable cada trimestre. Ello nos ha permitido desarrollar nuestro propio modelo, corregido en varias ocasiones para dar respuesta a los cambios estructurales, y que señala para 2017 un crecimiento del PIB regional del 2,3%.
A veces los resultados del modelo se cocinan. Es decir, se contrastan con circunstancias nuevas o distintas que el modelo no puede introducir, incluso porque no son cuantificables numéricamente, y ello hace que los resultados del modelo se ajusten, al alza o a la baja, aunque no de manera significativa. La cocina puede servir para añadir algún condimento o apagar el fuego más tarde, pero no para cambiar el guiso.
Por ejemplo, en las previsiones de 2017 de nuestro modelo (2,3% de crecimiento) introdujimos algunos condimentos.
Entre los que añaden sabor, es decir aumentan el crecimiento, hemos incluido el incremento de la inversión pública respecto a 2016, tanto del Estado, como el efecto del Fondo de Desarrollo Canario (FDCAN), el aumento del gasto público autonómico en 250 millones y los problemas de los destinos turísticos competidores. Al contrario, hay condimentos que rebajarán el sabor de nuestro guiso. Entre ellos, un aumento del precio del petróleo y la devaluación de la libra. En definitiva, esta reflexión post-modelo nos lleva a concluir que la economía del Archipiélago se moverá al alza en el entorno del 2,6% del PIB, por encima de la europea y media española.
Sin embargo, desde hace años, y 2017 no es una excepción, la incertidumbre sobre el futuro ha aumentado considerablemente y, paralelamente, la confianza en las previsiones ha disminuido. Pero sigo pensando que es mejor manejarse con un mapa de futuro con errores, que tomar decisiones sin saber nada del mañana.