Artículo publicado por José Alberto León Alonso en Diario de Avisos el 22/04/12.
La Estrategia de Lisboa indica que el capital humano es un recurso productivo que no sólo contribuye al crecimiento económico, sino que es, además, uno de los pilares básicos para conseguir la igualdad de oportunidades en nuestra sociedad.
Sin embargo, según PISA, un alumno canario de 15 años presenta un retraso de un año de escolarización en lengua, matemáticas y ciencias comparado con el estudiante medio nacional de la misma edad. Todo un suspenso para nuestra educación. De la reciente publicación de las orientaciones de PISA para Canarias, se pueden extraer varias conclusiones relevantes sobre nuestro sistema de enseñanza.
La primera conclusión es que el retraso en Canarias se produce independientemente de la titularidad (pública o privada) de los centros y del entorno socioeconómico, aunque los alumnos de los centros privados obtienen mejores calificaciones que los de los públicos, al igual que los estudiantes procedentes de un mejor entorno. Dado que los alumnos que acuden a centros privados provienen de entornos socioeconómicos más ventajosos, una vez realizados los ajustes considerando este aspecto, se concluye que los centros públicos de Canarias obtienen un mejor rendimiento que los privados. Nadie debería extrañarse por esto. Si los profesores de los centros públicos están mucho mejor retribuidos, tienen mejor jornada de trabajo, menor exigencia de resultados y más estabilidad en su puesto de trabajo, lo razonable es que los mejores docentes (los mejor formados y más capacitados al menos para obtener su plaza por oposición) trabajen para centros públicos y no para los privados.
La segunda, es que los niveles retributivos iniciales del profesorado en la educación pública canaria son “extraordinariamente generosos”, pero la progresión salarial a lo largo de la carrera es prácticamente plana. Apenas se puede progresar económicamente una vez ingresado en la carrera docente. A este respecto, se recomienda condicionar algunos de los complementos retributivos al rendimiento o desarrollo profesional, de modo que los enseñantes con mejores resultados cobren más que los que obtengan peores resultados. Diversos estudios demuestran que el incremento salarial del profesorado per se no mejora el rendimiento de los alumnos, pero sí que lo hace remunerar a los docentes en función de los resultados de sus alumnos, siempre que se evalúe en función de la evolución de los conocimientos del alumnado y no por el nivel en sí mismo. De otra manera se pagaría más por tener la suerte de contar ya con buenos alumnos (o menos si ya eran malos).
La tercera, es que no es nada habitual tener una jornada escolar intensiva y sin descanso para el almuerzo, como ocurre en Canarias. Esta jornada escolar es extenuante tanto para los alumnos como para los profesores, que encuentran difícil mantener sus niveles de concentración todo ese tiempo sin descanso. Asimismo, el equipo de la OCDE “no entiende” el motivo por el que se permite a los enseñantes estar menos horas en el centro que las que les corresponde por contrato (37,5). Es gracioso que “los altos cargos de la Consejería no fueran capaces de argumentar esta práctica”. Y es que la respuesta produce sonrojo…, es una prebenda concedida al profesorado hace ya muchos años para garantizarse paz laboral. Algunos docentes dedican esas horas fuera del centro (e incluso más) a preparar sus clases o corregir exámenes, pero otros las destinan a asueto personal o incluso, aunque tienen exclusividad laboral, a impartir clases particulares (en la economía sumergida, por cierto). La recomendación es clara, que los profesores permanezcan toda su jornada laboral en el centro educativo y que la jornada escolar se asemeje a los estándares nacionales e internacionales, con entrada y salida más tardía en el centro escolar y una o dos horas de descanso a mediodía.
La cuarta hace referencia a la selección del profesorado. El análisis de la OCDE critica que el sistema actual de contratación esté ponderado de tal manera que favorece enormemente a los docentes con más experiencia. Sin embargo, el informe de la OCDE de 2011 sobre la calidad de enseñanza afirma que “los años de experiencia han demostrado ser un pobre indicador de la eficacia del profesorado”, así como que “la remuneración y otras políticas que pretendan fomentar que las personas con más talento se dediquen a la enseñanza no suelen dar resultados si a los mejores candidatos les resulta difícil obtener una plaza”. El informe resalta que “los sistemas que tienen un mejor rendimiento escogen a sus profesores de entre el 30% de licenciados con mejores resultados”. Es evidente que los educadores que han obtenido su titulación con bajas calificaciones y muchos años de estudio difícilmente dominan su materia con suficiencia como para poder transmitir sus conocimientos con eficacia. Esta conclusión dinamita todo nuestro sistema de contratación del profesorado, donde priman los años de experiencia sobre los conocimientos. La experiencia debería perder buena parte de su ponderación (o toda) en las pruebas de acceso y, por el contrario, se debería exigir al menos un expediente académico con nota media notable para poder siquiera tomar parte en las pruebas para Secundaria, FP y Bachillerato. Dado que en los grados de Educación Infantil y Primaria la única salida laboral es la enseñanza, la selección debería hacerse antes, en el momento de establecer la nota de corte para iniciar el grado (en 7,4 actualmente), estableciendo númerus clausus y una nota de corte del nivel de medicina (12,1) o enfermería (11,2), con similar problemática.
Quinta. Ninguno de los diez países con las mejores notas de lectura de PISA cuenta con una ratio de alumno-profesor inferior al de Canarias. Asimismo, las cuatro regiones españolas con mejores notas de lectura tienen ratios superiores a los de Canarias. Ya el informe PISA 2009 concluía que era falso el manido axioma de que a mayor gasto, mejores resultados educativos. Las diferencias entre los resultados educativos de los países desarrollados no tienen ninguna relación con el gasto en enseñanza. Ni el tamaño de la clase afecta siempre que éste sea razonable, ni la introducción de ordenadores mejora las calificaciones. El informe concluye que “es más eficaz invertir en la calidad del profesorado que en la relación de alumnos por aula”. Ahora que se ha puesto el grito en el cielo por la intención del Ministerio de Educación de incrementar esta ratio, la conclusión no puede ser más pertinente.
En resumen, se recomienda seleccionar a nuestros profesores de entre los titulados con mejor expediente académico y no por su experiencia, introducir mejores incentivos económicos para los docentes que logren mejorar el rendimiento de sus alumnos, que los educadores pasen la totalidad de su horario laboral semanal en los centros escolares, y que la jornada escolar tenga descanso para almorzar y se asemeje a los estándares nacionales e internacionales. Eso sí, probablemente ninguna recomendación se acabará aplicando, así que seguiremos presumiendo de contar con el peor sistema educativo de España… ¿Apostamos algo?